Hoy es un día cualquiera, un día como cualquier otro. Te subes al autobús, escuchas la radio con el mp4-por no escuchar las gilipolleces que dos marías se gritan por encima de tu hombro-, vas al trabajo, vuelves a casa y luego vas a la facultad. Las horas transcurren entre risas, clases, folios y folios, algún que otro sueño y algún que otro anhelo. Llegas a casa y descansas, lees y escribes. Alguna llamada a familiares y amigos y disfrutar de una buena compañía, algún beso robado y algún te quiero furtivo. Hay días malos y días buenos o somos nosotros lo que estamos bien o mal. Se suceden los días y piensas que has sobrevivido un día más a la locura del asfalto y que siempre hay alguien que te espera y te quiere al volver a casa. Sonries porque sabes que hay muchos deseos por cumplir, proyectos y esperanzas. Deseas que siempre sea así porque así eres feliz y no necesitas nada más. Vivir es un regalo.