SOBREVIVIR AL DUELO
En primer lugar, feliz año a tod@s y gracias por los que habéis seguido el blog, a pesar de un "parón" sin dar explicaciones.
Como ya comenté en algún post antiguo, mi padre ha sido enfermo de cáncer. Sí, cáncer, esa palabra que duele al decirla y que nadie quiere escuchar, pero está ahí. Hay que decirla, escucharla, para tomar conciencia de lo que ocurre y de que a todos nos puede pasar.
En este caso, mi padre ha perdido la batalla tras casi 4 años y el pasado 13 de diciembre falleció. Lo peor de todo es que aún no era su tiempo, aún tenía mucho por vivir a los 62 años, aún tenía que ver crecer a su nieto, ver doctorarse a su hijo pequeño, ver que este país podía arreglarse, vernos luchar y querernos, pero se fue. El cáncer ha podido y él era consciente de que se moría, de su deterioro, de su lucha por la eutanasia cuando ya tenemos sentencia certera, del dolor físico y psicológico que nadie puede paliar.
Ahora toca esparcir sus cenizas, no olvidar su voz, su sabiduría, su barba de abuelo tierno, su amor. Intentar que su vacío no duela tanto, que cicatrice aunque escueza, aunque siempre será una herida. Ahora toca resurgir como el Ave Fénix y sonreír, como a él le gustaba verme. Ahora toca aprender a seguir viviendo sin él.
Como ya comenté en algún post antiguo, mi padre ha sido enfermo de cáncer. Sí, cáncer, esa palabra que duele al decirla y que nadie quiere escuchar, pero está ahí. Hay que decirla, escucharla, para tomar conciencia de lo que ocurre y de que a todos nos puede pasar.
En este caso, mi padre ha perdido la batalla tras casi 4 años y el pasado 13 de diciembre falleció. Lo peor de todo es que aún no era su tiempo, aún tenía mucho por vivir a los 62 años, aún tenía que ver crecer a su nieto, ver doctorarse a su hijo pequeño, ver que este país podía arreglarse, vernos luchar y querernos, pero se fue. El cáncer ha podido y él era consciente de que se moría, de su deterioro, de su lucha por la eutanasia cuando ya tenemos sentencia certera, del dolor físico y psicológico que nadie puede paliar.
Ahora toca esparcir sus cenizas, no olvidar su voz, su sabiduría, su barba de abuelo tierno, su amor. Intentar que su vacío no duela tanto, que cicatrice aunque escueza, aunque siempre será una herida. Ahora toca resurgir como el Ave Fénix y sonreír, como a él le gustaba verme. Ahora toca aprender a seguir viviendo sin él.
Siento mucho tu perdida. Mi madre falleció hace siete años y aún siento su ausencia.
ResponderEliminarYolanda, lo siento de verdad, dale un abrazo a tu madre de mi parte. No sabia nada, nadie me ha querido decir nada. Ojeando tu blog he leido tu entrada. Animo y mucha fuerza para superarlo. Cuida de tu madre que la pobre lo tiene que estar pasando mal.Besos.
ResponderEliminar